lunes, 14 de marzo de 2011

Tsunami en Japón: ¿dónde está la ola?

Decir tsunami en Japón es como decir tortilla de papas en España. La propia palabra es japonesa porque es algo frecuente en un país sometido a terremotos cada dos por tres. Y la traducción más aceptada es "ola de puerto". O sea, que se ve en los puertos.

Pero el que vea la ola que me diga en qué vídeo sale. Es decir, no hay tal ola. Lo que hay es una elevación del nivel del mar, que se traduce en algunos sitios en una ola, pero solo donde el fondo marino se eleva bruscamente. En este caso del terremoto de Japón, las olas más altas han sido de 10 metros, y solo en algunas zonas. En la mayoría, lo que ha habido es una inundación por elevación del nivel del mar, muy rápido pero gradualmente.

Es una gran catástrofe pero no es una ola ni tampoco va a 500 kilómetros por hora. Lo que va a esa velocidad es la vibración del suelo oceánico, pero no hay una ola de 100 metros de alto que se desplaza más rápido que algunos aviones. Es sencillamente imposible y absurdo. Y para colmo no hay mediciones, solo hay cálculos.

Además lo devastador es la masa de agua. Es una cantidad tan enorme que arrastra todo lo que encuentra, coches, casas, y esos mismos escombros arrastrados hacen la función de metralla que arrasa con todo lo que va encontrando conforme penetra en la tierra, que puede ser kilómetros en zonas llanas. Además lo peor viene cuando el agua vuelve hacia el mar en sentido contrario, aunque la dirección puede ser distinta, pero vuelve a pasar sobre lo ya arrasado para arrastrar aún más cosas mar adentro, con lo cual cualquier persona o animal que se vea arrastrado acaba en el mar y bastante adentro, eso si aún está vivo y no se ha ahogado o golpeado con todo lo que haya por el camino.

A ver si algún país de los que sufre maremotos pone unas boyas de alerta a unos kilómetros de la costa, de modo que si hay maremoto, se sepa que ha llegado y qué dirección y altura lleva. Igual se salvan vidas.

**** Corrección: POR FIN SE VE LA OLA ****

Y es que con esto de la tecnología, se ve que los japoneses les encanta grabar en vídeo todo lo grabable y ya han aparecido grabaciones en las que se puede ver una ola bastante alta, por ahora el máximo en algunos sitios ha sido de unos 25 metros.

En fin, me rectracto de lo dicho al menos en parte, pero las olas de 100 metros a 500 Km/h todavía no me las creo. Olas hay, pero al llegar a la orilla como es más lógico pensar. Y 25 metros no es una barbaridad tan grande, hay olas de ese tamaño en alta mar y con tormenta. No son habituales, pero las hay. Y no hablemos de las olas de Teahupoo, en Tahití. Busquen en Youtube, estas olas están entre 5 y 10 metros.

Nuclear NO, por supuesto

Y es que hasta los de Aviador Dro cambiaron aquella canción que cantaba las virtudes de la energía nuclear cuando se dieron cuenta de lo evidente.

Si una central de gas o de fuel tiene una avería, puede explotar, y la explosión matar gente. Pero si una nuclear estalla y hay una explosión nuclear, la devastación es de millones de personas en un radio de decenas de kilómetros. Y aunque no hay explosión nuclear, basta una fuga radiactiva de cualquier tipo para dar problemas a mucha gente durante muchos años.

Pero claro, la nuclear es la central eléctrica más rentable, por la relación coste/kilowatio-hora. Y como el Dios Dinero es quien manda, lo demás no importa. Ni la seguridad ni la durabilidad.

Y quien las defienda, que se ponga al lado de una, que yo  me iré lo más lejos que pueda. No podría dormir ni vivir tranquilo.

sábado, 12 de marzo de 2011

Familias y mujeres

Siempre he oído muchos tópicos en mi vida, y uno de ellos es "las mujeres son la familia".

Y antes de que las feministas que puedan leer esto tuerzan el gesto, es algo que está comprobado. Y ante la experiencia no hay nada más que rechistar.
Las relaciones entre las mujeres se desarrollan de una manera distinta que entre los hombres. Y más si esas mujeres son parientes. Claro que no es una regla inamovible y que hay mujeres que no corresponden con esto. Pero pasando del tópico a los hechos, vamos a hablar de casos prácticos.

Desde que conocí a mi suegra, me dí cuenta de que ella era el nexo de su familia. Se ocupaba de permanecer en contacto con hermanas, primas, tías y demás. Las llamaba con frecuencia distinta según la afinidad que por supuesto nunca tiene el mismo grado ni siquiera dentro de la misma familia. Pero mantenía el contacto e incluso las visitaba. Y visitaba a su suegra, la abuela Bárbara, que vivía sola en una casa baja. También es cierto que su marido (mi suegro) iba a verla, pero como aquel que dice iba a regañadientes y de higos a brevas. Mi suegra no, iba con sus hijas para que la abuela viera a las nietas, que si no, no las veía de otro modo.
Cuando mi suegra murió, la familia se disgregó ostensiblemente. Mi mujer no mantenía la costumbre de llamar a sus tías con lo cual la familia se distanció poco a poco.

Y en mi familia, mi abuela era quien conectaba con las otras mujeres de la familia para reunirse cuando se podía. Pero el círculo se estrechaba poco a poco, cada uno tiene su vida y otros iban muriendo cuando les llegaba la hora. Cuando murió mi abuela, se perdió la conexión con sus hermanas y hermanastras. Mi madre continuó en contacto con algunas primas de las que tenía cerca, pero poco a poco conforme se ha hecho mayor el contacto ha ido disipándose, porque los achaques le han ido impidiendo salir de casa y mucho menos ir de visita.

Con estas simples experiencias he comprobado que cuando las mujeres desaparecen, las familias se encogen,  se desconectan unas de otras y casi desaparecen también.

Por eso estoy de acuerdo con el dicho. Las mujeres son la familia, y sin ellas no hay familia ni nada. Eso sí, hay veces que algunos hombres hacen ese papel  y no es necesario que sean homosexuales. Sólo que las relaciones con hermanos y primos sean buenas. Pero eso parece que es mucho más difícil que en el caso de las mujeres, y es por algo inherente al macho ibérico: el individualismo y el egoísmo. Las mujeres son normalmente más conciliadoras y más habladoras, y la fuerza de la palabra es más eficaz que la de los silencios agresivos de los hombres.

Hay nuevas modalidades de familia en este momento, pero siempre es lo mismo, para que haya familia hay que mantener las conexiones, los enlaces. Si no hay nadie que lo haga (que en la familia tradicional es casi siempre una de las mujeres) la gran familia desaparece y quedan dispersas en grupos más pequeños de familias básicas (padre-madre-hijos).