lunes, 17 de noviembre de 2014

Los verdaderos motivos de la destrucción de lo público

Los motivos oficiales

Entre los defensores de la privatización de todo, desde la sanidad al servicio de distribución de agua y el saneamiento, los argumentos son casi siempre los mismos:
  • Los organismos públicos despilfarran el dinero de los impuestos pagados por los ciudadanos
  • Se privatiza el servicio pero no la gestión, los controles son por medio de organismos públicos (ministerios, autonomías, ayuntamientos)
  • La privatización permite cambiar la empresa concesionaria si el servicio no es bien realizado
Pues bien, es fácil demostrar que los motivos no son esos, sino otros menos claros.

Los motivos reales

Hace bastantes años, mas de 100, la situación económica era bien distinta de la actual. Había mucha más pobreza y la brecha entre ricos y pobres era mucho más profunda. Muchas personas apenas ganaban para comer trabajando de sol a sol en jornadas interminables, sin vacaciones ni días libres.

Sin embargo, a pesar de lo que nos quieren hacer creer, la "nacionalización" de empresas y servicios públicos no estuvo motivada por una necesidad social, sino económica, de los dueños de las empresas, que veían problemas a los que no podían dar solución individualmente.

Uniformización, sincronización y educación

Hace años, leyendo el libro "La Tercera Ola" de Alvin Toffler, llegué a éste capítulo, y se me abrieron los ojos a la realidad.
Durante años, mis padres me habían inculcado los principios de puntualidad, y de muchas otras normas sociales que yo no alcanzaba a entender y a veces cuestionaba, pero que con el tiempo se convirtieron en lo que muchos llamamos "lo normal" sin saber qué estamos diciendo.

Resulta que la necesidad de educación pública no fue una idea altruista de alguien bien intencionado, sino que las industrias necesitaban operarios que supieran leer, escribir y tuvieran nociones de matemáticas, para hacer su trabajo. Y eso fue así porque la industrialización y el desarrollo llevaron a crear nuevos oficios, que hasta entonces no existían.
Hasta ese momento, digamos mediados del siglo XIX, los oficios se aprendían, había "aprendices de" que eran muchachos o niños que a cambio de aprender y de la comida, trabajaban como ayudantes de zapateros, carpinteros y otros oficios habituales.
Pero la industrialización requería de más conocimientos, de modo que para manejar máquinas y sobre todo para adaptar los procesos de fabricación de unos productos a otros, había que saber leer, saber escribir para anotar y registrar (o sea, mantener el control), saber la hora mirando un reloj, realizar operaciones matemáticas básicas e incluso tener conocimientos geográficos o de idiomas.

De este modo, se implantó la educación pública, no porque fuera una necesidad erradicar el analfabetismo, sino porque era necesario para que las industrias no tuvieran que sufragar el aprendizaje de sus empleados.

Al mismo tiempo, la escuela pública conllevaba inculcar os conceptos de puntualidad, y de uniformización, de modo que los obreros cumplieran su horario y fueran conscientes del tiempo, y realizaran las mismas tareas de la misma forma, evitando en lo posible el caos.

Desde tiempos del Imperio Romano, se descubrió que la sincronización y la uniformización eran armas muy importantes, en el aspecto militar, el ejército romano permitió controlar un territorio inmenso, mediante una férrea disciplina y la organización en partes idénticas de modo que se podían reemplazar unas por otras.
Si vemos un desfile militar, estaremos viendo el paso de una legión romana. El sistema de caminar al ritmo del toque de tambor hace que todos los individuos avancen como una unidad, de manera organizada, en lugar de ir cada uno a su velocidad, al mismo tiempo que hace más evidente a quien decide dar la vuelta y no seguir el mismo camino que el resto, con lo cual tenemos un mecanismo de control más.

Con los relojes y los horarios, la sincronización sirvió para aumentar la producción de las industrias, junto con la uniformización o también llamada normalización, que obliga a seguir unas pautas para que las piezas industriales fabricadas en distintas factorías sirvan del mismo modo, al ser idénticas o muy similares.
De este modo, la normalización permite fabricar en masa, reduciendo los costes de fabricación.

La sanidad pública

En contra de lo que parece a primera vista, la sanidad pública también fué un instrumento para evitar que las empresas sufragaran los gastos médicos. Por ese motivo, las empresas cotizan a la seguridad social, ya que son beneficiadas por ella.
En el siglo XIX, para ir al médico había que pagar o acudir a los hospitales de caridad o de  beneficencia, que como puede imaginarse estaban gestionados por órdenes religiosas, sin ningún tipo de control ni organización.
Los obreros que caían enfermos no cobraban si no trabajaban, pero a las industrias no les interesaba perder mano de obra que estaba ya adiestrada para sus procesos de fabricación, sobre todo porque el adiestramiento significaba tiempo perdido.
Así que la sanidad pública garantizó que los obreros acudieran a su trabajo lo antes posible.

Del mismo modo, no existía la jubilación, de modo que los viejos o las viudas, literalmente se morían de hambre al no tener trabajo ni posibilidad de ingresos. En muchas empresas, se hicieron los puestos heredables de padres a hijos, de modo que la familia siempre tenía una fuente de ingresos.
Así los hijos heredeban el oficio de sus padres, que de algún modo ya conocían aunque fuera de oídas, de modo que la empresa se ahorraba de nuevo tiempo y dinero al contratar un obrero con una instrucción básica.

Pero, ¿qué ocurre ahora? Todo es un negocio.

Pues resulta que ahora, hay un sistema de educación, sanidad y pensiones que varía de un país a otro, pero que de cualquier forma mantiene a la población, en su mayoría, en unos puestos de trabajo que permiten una vida razonablemente cómoda. Comparando con el siglo XIX, no existe la miseria y la mortandad que había en ese tiempo, y los sueldos permiten más o menos vivir y consumir.

Este "nivel de vida" ha hecho que haya personas que se pueden permitir pagar médicos aparte del sistema público de salud, obteniendo un trato más personal y menos masificación, aparte de que haya distintas tarifas según qué médicos.

De este modo, la sanidad ha entrado en un mercado, en una relación "oferta-demanda" que ha hecho un negocio masivo de lo que antes no había. Al haber una gran masa de población con los recursos mínimos para acceder a una sanidad privada, se convierte en un negocio captar esos clientes.

Entonces, los espabilados han descubierto un filón y para obtener beneficio, ahora presionan para que la sanidad sea privada, o mejor para ellos con la responsabilidad pública pero la gestión privada, de modo que el dinero que se gasta el Estado en la sanidad, entre en un mercado de oferta-demanda.
Para ello, lo primero es desmontar el sistema público de sanidad, de modo que la gente se vaya a las aseguradoras sanitarias, pagando alegremente una cuota para obtener lo mismo que en la sanidad pública.

Incluso se llega al esperpento de vendernos que en otros países es así, pero como siempre nos cuentan lo bonito y se obvian los inconvenientes, entre ellos el primero es que las aseguradoras no cubren todo, sino que las enfermedades más costosas y por lo tanto que no producen beneficios, las dejan para el sistema público. ¡Qué habilidad!

Por los mismos motivos, el sistema público de educación se ve como algo de baja calidad, cuando por experiencia propia sé que no es así. Llevar los niños a un colegio privado no garantiza una mejor educación ni mejores resultados económicos. Lo que ocurre en muchos casos es que los centros privados o concertados expulsan, bien sea oficialmente o presionando a los padres, a los niños que son conflictivos o complicados, de modo que no les interesan porque dan "mala imagen".
Así se consigue que en el colegio privado queden solo "los buenos" y se vayan "los malos" de modo que se da la impresión de que es un buen centro, cuando es todo lo contrario. Y no hablemos de los niños que tengan alguna discapacidad. Esos no quieren ni verlos.

De este modo se consigue otro negocio más, hacer rentable algo que teóricamente debe ser altruista y vocacional, y es que la educación es fundamental para el futuro, pero así se establece una frontera entre ricos y pobres, de modo que los que pueden permitírselo van a tener una educación "mejor" y los que vayan a la educación pública serán los que tengan menos recursos económicos y además todos los que son conflictivos.

Conclusión

La única posibilidad que tenemos para librarnos en alguna medida de esto, no es protestar. Lo van a hacer queramos o no. Lo que se puede hacer es sencillamente, sabotearlo.

Quiero decir que hay que conseguir que no les sea rentable. En cuanto sea algo que no produzca beneficio, los buitres irán a rapiñar por otro sitio.
Una manera sería que los centros privados no tuvieran subvenciones, de ningún tipo. Tanto los centros sanitarios como educativos se lucran de los pacientes derivados, y de muchas otras formas, siempre subvenciones. Lo más sencillo es que si el centro es privado, lo es totalmente. Nada de recibir pacientes derivados, y si lo hace, entonces deja de ser privado para estar gestionado por la sanidad pública.

En la educación, los centros concertados reciben exactamente el mismo dinero que los públicos. ¿Por qué hay que pagar más en los centros concertados? Pues la respuesta es que legalmente, no hay que pagar más. Lo que ocurre es que usan artimañas para recaudar más dinero, por ejemplo en las actividades extraescolares. Si ningún padre pagara comedores, aulas matinales o actividades extraescolares, ya no serían rentables los centros concertados o privados.




lunes, 24 de marzo de 2014

El político que prometió y cumplió...

Ha fallecido hace poco don Adolfo Suárez González, el primer presidente del gobierno de España en su etapa democrática, y al mismo tiempo el último de la dictadura.

Como no, es un personaje muy conocido, sobre todo con su famosa coletilla "puedo prometer y prometo".

Pero para mí lo más lamentable es que todos olvidan lo que prometió en aquellos días de campaña electoral, la primera en muchos años:

"Creo modestamente que en esta nueva hora de España y al pedirles su voto no traigo mis papeles en blanco, ni soy una incógnita. Prometimos devolverle la soberanía al pueblo español, y mañana la ejerce. Prometimos normalizar nuestra vida política, gestionar la Transición en paz, construir la democracia desde la legalidad, y creemos que con las lógicas deficiencias lo hemos conseguido. Prometimos que todas las familias políticas pudieran tener un lugar en las Cortes, y el miércoles pueden lograrlo.

Pero si ustedes nos dan su voto:

Puedo prometer y prometo que nuestros actos de gobierno constituirán un conjunto escalonado de medidas racionales y objetivas para la progresiva solución de nuestros problemas.
Puedo prometer y prometo intentar elaborar una Constitución en colaboración con todos los grupos representados en las Cortes, cualquiera que sea su número de escaños.
Puedo prometer y prometo, porque después de las elecciones ya existirán los instrumentos necesarios, dedicar todos los esfuerzos a lograr un entendimiento social que permita fijar las nuevas líneas básicas que ha de seguir la economía española en los próximos años.
Puedo prometer y prometo que los hombres de Unión de Centro Democrático promoverán una reforma fiscal que garantice, de una vez para todos, que pague más quien más tiene.
Puedo prometer y prometo un marco legal para institucionalizar cada región según sus propias características.
Puedo prometer y prometo que trabajaremos con honestidad, con limpieza y de tal forma que todos ustedes puedan controlar las acciones de gobierno.
Puedo, en fin, prometer y prometo que el logro de una España para todos no se pondrá en peligro por las ambiciones de algunos y los privilegios de unos cuantos."

Este hombre, incansable trabajador, que dejaba agotados a sus colaboradores y subordinados, fue el que un sábado santo legalizó el partido comunista. Pero no solo eso, todos se olvidan que el PCE y el PSOE de entonces, de tiempos de la dictadura, lo que pretendían era la instauración de la República.

Todos hemos olvidado que antes del golpe de estado del general Franco, en España había una república, la II República. Olvidamos que el rey Alfonso XIII se exilió en un intento de calmar los ánimos, que como se vió fue totalmente inútil.

Después de la dictadura, el actual rey don Juan Carlos I actuó como mejor supo, con don Adolfo Suárez como cómplice necesario, para restaurar la monarquía en España, pero sabiendo muy bien que sólo había una manera, y era estableciendo una democracia.

Y aquel hombre de sonrisa de anuncio de dentrífico y pelo bien peinado, conseguía algo que puede parecer muy sencillo pero que en realidad era lo más difícil, que el partido comunista renunciara a la república, que los partidos nacionalistas vascos y catalanes aceptaran el sistema autonómico, y otras cosas que no se dicen.

Luego Julio Anguita, en una entrevista, va y dice que el PCE no quiere la monarquía parlamentaria actual y se forma el follón, porque como siempre nadie transmite el resto de la frase, que era que renunciaban a ello porque al menos había una democracia, y que seguirían luchando pacíficamente por sus ideales.

Ahora que ha muerto este hombre extraño, que trabajaba, prometía y cumplía, a ver cuánto se tarda en hacer una estatua, porque también hay que recordar que acabó siendo odiado en sus propias filas, acusado de ser "demasiado rojo", y los partidos de izquierda recelaban de él por ser todavía "de la derechona", cuando en realidad era un hombre con sentido común, que supo ver que la solución se encuentra en el término medio, que para negociar hay que ceder en algo para obtener la mejor solución.

En fin, don Adolfo, su nombre ha quedado escrito en la historia.

jueves, 16 de enero de 2014

La protesta ciudadana del barrio de Gamonal, Burgos

Una vez más se pone de manifiesto la estupidez humana y lo ineptos que son los medios de comunicación.

Acabo de leer en EL MUNDO un resumen de lo que ha ocurrido y la verdad es que da pena. Y da pena porque uno de los pocos recursos que nos quedan a los ciudadanos de a pie es creer en la verdad y que la verdad llega a todas partes antes o después. Decía un viejo dicho que "la verdad sólo tiene un camino". El problema es que la mentira tiene muchos, y se dan muchas versiones.
Está visto y comprobado que los periodistas se han convertido en propagadores de las mentiras.

Por ejemplo, en EL MUNDO, un contenedor de basura resulta que es "mobiliario urbano". Ya se ha publicado en Youtube y otros medios de difusión independientes que a un periodista (o supuesto periodista) de Radio Nacional le tuvieron que enmendar lo que estaba diciendo en vivo y en directo, porque no es lo mismo "destrozar escaparates de comercios" que romper lunas de las sucursales bancarias, porque los bancos no son "comercios" y además son cómplices de lo que pasa.
Pero es que encima para rematar, el que estaba en Madrid decía que los periodistas estaban intimidados y acosados. Por supuesto, por el hecho de ser periodista ya se está en posesión de la verdad absoluta y de inmunidad total. Como decían en aquella secuencia de "Crónicas de un pueblo", que aún se emitía en blanco y negro, "si lo han dicho en la televisión, será verdad".

Y ése es el poder que tienen los medios de comunicación. Tienen un gran poder, y una gran responsabilidad, como le dicen a algunos super héroes de ficción en las películas. Una cosa va con la otra, y  veo irresponsabilidad por muchos sitios. Y eso de los temas que conozco por otras fuentes. Cuando pienso en lo que no conozco de primera mano, me echo a temblar y por eso he decidido no creer nada de lo que vea, oiga o lea sin haberlo contrastado al menos por varias fuentes.

Recuerdo hace poco cuando las manifestaciones en Ucrania en favor de que se firmara el pacto de adhesión a la Unión Europea. Mi mujer y yo discutimos, porque cada uno entendimos la noticia de forma contraria. Ella pensaba que era en contra de la Unión Europea, y le tuve que demostrar que era justamente al contrario. Y le tuve que explicar por qué hacían en Ucrania lo que hacían. Y es que en uno de los países más ricos del planeta, con grandes posibilidades de crecimiento, hay tanta corrupción que lo que pedían era el CONTROL de la Unión Europea, aún a sabiendas de que cederían soberanía y que los europeos iban a sacar partido, pero al menos al meter a más buitres en el festín, el reparto sería de otra manera. El motivo era ése, y además de ése, que estaban ya hartos de siempre los mismos. Como en Gamonal.

La policía ha detenido a 46 personas y sólo 2 eran no residentes en Burgos. Sin embargo, se sigue dando crédito a las informaciones (o mejor dicho, desinformaciones) que dicen que se trata de grupos violentos organizados que han venido desde cualquier parte del mundo. Que son grupos "antisistema". Va a resultar que en una ciudad de 143.000 habitantes hay 44 personas que pertenecen a grupos "antisistema" que es la manera moderna de decir "anarquistas". Y 2 han venido de Andalucía para organizarlos, claro. O sea que hay más antisistemas en Burgos que en Madrid.

Pero encima nadie habla de que los antidisturbios se han empleado a fondo, porque el Partido imPopular quiere que la cosa se olvide lo antes posible para hacer lo que quieren hacer con nocturnidad y alevosía. Y por lo tanto se trata de amedrentar al personal para que no siga protestando. Como siempre hacen los políticos, marear a la perdiz para cazarla.

Pero ninguno explica por qué se gastan 8,5 millones de euros en un aparcamiento que no quieren en el barrio, en el que las plazas costará construirlas 34.000 euros cada una, y luego se alquilarán por 20.000 euros durante 40 años. Con lo cual la mayoría de la gente del barrio no podrá acceder a una plaza, y además nunca en propiedad, y encima el ayuntamiento perderá dinero, 14.000 euros por plaza.

Y encima el gasto se hace en un ayuntamiento que está en bancarrota, y que podría usar esos 8,5 millones de euros en lo que ha dejado de hacer, que es dar las ayudas y subvenciones a guarderías y a obras sociales, justamente en un momento de crisis.

La explicación no puede ser otra que pagar al mafioso que controla la ciudad y que ha sido condenado por corrupción, aunque haya cumplido la condena. Nadie en su sano juicio encargaría una obra a una constructora cuyo dueño es un delincuente condenado.
Pero no, según los dirigentes del PP los delincuentes son los que se ponen delante de las vallas de la obra para impedirla. Y según Ana Botella, son "atentados terroristas". Los terroristas son ustedes y los que son como usted. Que son los que van sembrando el terror. Y dan miedo, porque son unos inútiles que encima tienen el descaro de tratarnos como a imbéciles.

Porque no hay que olvidar que Burgos no es Madrid, y Gamonal es un barrio obrero de una ciudad pequeña, y todos deberían saber que si hay crisis, en las ciudades pequeñas las crisis son más devastadoras porque sencillamente hay menos oportunidades donde buscar. Por haber poco, hay pocos contenedores de basura para revolver buscando chatarra, y pocos chatarreros para venderla. Así que las ayudas sociales son necesarias para sobrevivir. No para vivir, ni para malvivir. Se trata de sobrevivir.

¿Y qué es lo que ocurrirá? Pues que se esperará a que la cosa se calme, la obra se quedará en suspenso el tiempo suficiente para que se calmen los ánimos, se compre o se soborne a los que haga falta para que se acepte el despropósito a cambio de alguna otra cosa, y pelillos a la mar. Los políticos son especialistas en estos asuntos. Han dedicado su vida a ello. A vivir del cuento.

Pero es que estos dirigentes municipales normalmente son unos ineptos en todas partes. Por ejemplo, aquí en Málaga, en un barrio obrero, hicieron una obra para arreglar las calles, y las aceras. Como consecuencia, las plazas de aparcamiento en la calle se redujeron casi a la mitad. El ayuntamiento hizo un aparcamiento municipal en las proximidades, que no al lado. Y poco después mandaron a la grúa municipal para retirar los coches mal aparcados, que los hay (y los habrá) siempre, porque en los barrios obreros de los años 60 no se hacían aparcamientos. La gente no tenía coches en su mayoría y entonces no había problemas para aparcar. Pero ahora sí.
¿Que ocurrió? Pues que la gente se indignó y se echó a la calle, y consiguieron que la grúa se fuera y no volviera. En el barrio se sigue aparcando mal, como se puede. Hay un acuerdo tácito de los vecinos para aparcar en doble fila y dejar el coche sin freno de mano, para que quien tenga que sacar el suyo pueda hacerlo. Como en Gamonal y en otros muchos barrios de España, en los que el aparcamiento es una necesidad y por eso mismo un lujo, porque los alquileres se disparan. Así que la mayoría tiene que aparcar en la puñetera calle, quiera o no. O dar de baja el coche.

A ver si se dan cuenta esta panda de impresentables que el horno no está para bollos y que cada vez más las chispas irán saltando y prendiendo fuegos por todas partes. Y la solución no es hacer recortes sociales. Recórtense ustedes sus estupendos sueldos y demás ingresos que camuflan de mil maneras, porque no se los merecen.

Los que gracias a Dios o a la suerte tenemos una nómina, cruzo los dedos, estamos atados y bien atados porque no podemos decir que no, antes de pagarnos ya nos han descontado todos los impuestos. Y los que no tienen nómina se tienen que buscar la vida como pueden, así que no me vengan con que tengo que pagar el IVA y el IRPF y todo lo que ustedes les parezca inoportuno, mientras ustedes hacen lo que les da la gana.

Así que si se gastan mi dinero, que tenga una justificación, y que sirva para algo útil y no para que su amigote se forre. Que es lo que pasa en Burgos, sencillamente, un amigote de todos (los del PSOE también querían hacer el aparcamiento) se quiere seguir forrando a costa del municipio.

Se lo itento decir de esta manera, a ver si alguien hace caso, que ya sé que no, pero es mi manera de desahogarme, ya que existe este medio gratuito de expresar mi opinión. Y se lo digo bien claro.

YA ESTÁ BIEN.