viernes, 22 de octubre de 2010

El fin y los medios.

Si la denostada frase de "el fin justifica los medios" califica a quien la dice y la dijo, no es menos cierto que los medios también empañan o ensucian el fin que se pretende conseguir con esos medios.

El terrorismo es siempre el peor de los medios para conseguir un fin. Por muy legítimo que sea originalmente, queda totalmente deslegitimado en cuanto hay violencia de por medio, aunque no haya sangre, porque por ejemplo la "kaleborroka" o "lucha callejera" del entorno etarra es también terrorismo.

Pero lo peor de ETA y sus círculos es que tienen ya establecido un modo del vida, y no saben vivir de otro modo. Han pasado tanto tiempo diciendo y oyendo falacias anarco-terroristas que se las han acabado creyendo, y en un círculo vicioso de autoconvicción no saben qué otras maneras hay de vivir y hacer las cosas.

Porque las revoluciones no volverán a ser como antes. La revolución francesa tuvo un detonante, que fue el incremento del precio del pan. Cuando los miserables no podían ni llevarse un mendrugo a la boca, ya no tenían más que perder que su mala vida, así que se lanzaron a la calle. Ahora nadie quiere una revolución, pero como nos sigan apretando vamos a acabar echandonos a la calle, porque no tendremos nada que perder cuando perdamos el trabajo, la casa y la familia.
Para evitar eso, se crea una sociedad en donde no haya familia, no se tenga casa y el trabajo sea siempre temporal. Como en Estados Unidos de norteamérica del norte.

El fin de ETA no solo es necesario para que no haya más víctimas del terrorismo, que al fin y al cabo son inocentes, porque aparte de las torturas y las venganzas miserables de cada cual, lo que sí que ha ocurrido es que tras más de 800 muertos por terrorismo no se ha conseguido el fin que persigue tan sanguinario medio. Así que lo lógico es cambiar de táctica.

Y volviendo al tema de vivir del cuento, la política es un buen filón donde picar. Así que ahora todos los revolucionarios abertzales serán políticos prometedores. Así seguirán con el rollo, y viviendo del cuento.
Ese será el fin de ETA y el fin de la "opresión" del pueblo vasco.

Que sorpresa lo del palmeral

Qué se podía esperar de este ayuntamiento de Málaga que sufrimos todos. Poner un palmeral en plena plaga del  escarabajo picudo rojo, que se puede ver sus efectos por toda Málaga, es como mínimo de poco inteligentes, si no de idiotas. Podrían haber puesto unos naranjos que son más duros que el carburo, que diría un castizo.

Pero la verdadera sorpresa ha venido con la verja del puerto, que no solo no desaparece, sino que se multiplica. Era muy raro que desapareciera, por sentido común. Antes de eso, hay que separar el puerto comercial del puerto deportivo y de recreo. El puerto comercial tiene que estar vallado para proteger las mercancías por un lado y para controlar los accesos por otro. El puerto lúdico-deportivo puede estar abierto a la ciudad siempre que lo que circule entre el mar y tierra no sean mercancías o mercaderías de cualquier tipo, sea sospechoso o no.

Lo que no me explico es la costumbre cínica de decir una cosa y luego hacer otra. Y encima esperan que alguien aplauda sus acciones (o inacciones). Claro, los lameculos de turno sí que lo hacen. Siempre hay esbirros dispuestos a hacer lo que se les diga, a cambio de algo, claro. Pero la opinión pública, que es la nuestra, la de los malagueños, se queda con los ojos como platos. Luego se encoge de hombros y sigue con sus problemas diarios, pensando en que esa millonada en palmeritas y otras paridas del alcalde se la podría haber gastado en urbanizar unas cuantas calles de los diseminados del Puerto de la Torre o de Campanillas, o cualquier otro distrito. Por ejemplo.