sábado, 14 de marzo de 2009

Economía básica para economistas

Me asombra leer que algunos planes y fondos de pensiones han tenido rentabilidad negativa (de hasta el -26% y eso es lo que admiten, la verdad será peor) porque han arriesgado invirtiendo en donde se producía más beneficio a corto plazo.
A ver si va a resultar que yo que tengo el dinero en una cuenta o guardado debajo de un ladrillo, resulta que he ganado un 26% sin hacer nada. Desde luego, sería para partirse de risa si no hubiera un montón de personas perjudicadas por todo esto.

Pero bueno, ¿a qué iluminado se le ocurre jugarse el dinero de su jubilación en operaciones de alto riesgo? A nadie que esté en su sano juicio. Pero claro, los lumbreras no jugaban con su dinero, sino con el de otros.

Así que señores, "no ganar" no es lo mismo que perder. Los que han perdido son los que tenían un dinero y ahora tienen un 26% menos. Ustedes no han perdido nada, salvo el respeto y la credibilidad.

Otro asunto es que los consumidores somos la base de la economía. No los bancos ni las empresas. Las empresas sin compradores no tienen negocio. El mercado de minoristas es el que mueve todo el resto de la máquina y no al revés.
Ustedes piensan que el ciudadano es quien debe soportar el coste del ejército, cuando lo que importa es que el ejército lo forman ciudadanos que trabajan para defender a todos los ciudadanos del país. De modo que es el ejército el que defiende a los ciudadanos y a cambio éstos lo soportan. Pero si el ejército no tiene a quién defender, no hay nadie que sufrague sus gastos y por lo tanto el ejército deja de ser viable economicamente, y lo que es peor, deja de tener sentido.

Las empresas no son ONG que trabajen altruistamente. Pero tampoco pueden ser monstruos despiadados que ignoren que sus trabajadores son personas. No se puede traficar con los puestos de tabajo como si fueran cualquier mercancía que se compra o vende según convenga. Además de inmoral, lleva a la destrucción de la empresa.
Porque el trabajador que sabe que no es más que un mero instrumento que en cualquier momento puede ser utilizado como moneda de cambio, deja de trabajar con un mínimo de ánimo y se dedica a hacer lo estrictamente imprescindible. De ese modo, el trabajo de cada elemento de la economía se hace con peor calidad, se hace sin ganas, sintiéndose explotado, mal pagado y pisoteado. Y claro, la rentabilidad de la empresa baja.

Hay que volver a los viejos valores del trabajo bien hecho, del trabajo honrado que se paga con un sueldo mínimo y quien no trabaje de esa manera, a la calle que si hay que despedir, que se despida a quien de verdad lo merezca. Y las empresas deben saber agradecer ese trabajo hecho con honradez y no premiar al "espabilao" que con cuatro "inventos" consigue un éxito tan efímero como una pompa de jabón. Luego la burbuja estalla y no queda nada.

No se puede aspirar a tener éxitos astronómicos a la velocidad de la luz. Quien tenga esa suerte que la aproveche, pero no puede ser para todos. Pero si forzamos la máquina, al final se resiente y se rompe. ¿Y quién la va a arreglar?

Así que señores economistas, el refranero español es muy ilustrativo. Veamos unos ejemplos:
  • De donde no hay, no se puede sacar.
  • Dime con quien andas y te diré quién eres.
  • No por mucho madrugar amanece mas temprano.

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